El agradecimiento es un acto que cualquier persona entiende, se trata de un lenguaje universal y en esta ocasión el monje budista Thich Nhat Hanh lo pone en práctica a través de un escrito que  replico fielmente:

Thich Nhat Hanh, monje budista (Vietnam 1926)

«En agradecimiento, me postro antes todas las generaciones de antepasados de mi familia biológica. Veo a mi madre y a mi padre, cuya sangre, carne y vitalidad corren por mis propias venas y alimentan cada célula de mi cuerpo. A través de ellos veo a mis cuatro abuelos. Sus expectativas, experiencias y sabiduría me han sido transmitidas a través de innumerables generaciones de antepasados. Llevo en mí la vida, sangre, experiencia, sabiduría, felicidad y dolor de todas las generaciones. Practico para transformar el sufrimiento y los demás elementos susceptibles de ser transformados. Abro mi corazón, carne y huesos para recibir la energía de la visión interior, del amor y de la experiencia transmitidos por mis antepasados. Veo que el origen de mis raíces procede de mi padre, mi madre, mis abuelos, mis abuelas y todos mis antepasados. Sé que sólo soy la continuación de este linaje ancestral. Por favor, apóyame, protégeme y transmíteme tu energía. Sé que dondequiera que los hijos y nietos estén, los antepasados también están allí. Sé que los padres aman siempre y apoyan a sus hijos y a sus nietos aunque sean capaces de expresarlo eficazmente por culpa de las dificultades que han tenido. Veo que mis antepasados han intentado construir un modo de vivir basado en la gratitud, la alegría, la confianza, el respeto y el amor compasivo. Como continuación de mis antepasados me postro profundamente y permito que sus energías fluyan a través de mí. Pido a mis antepasados que me apoyen, me protejan y me den fuerza».

Tiene tanta fuerza que el texto habla por sí solo, nos puede servir como meditación. Practícalo en silencio y recítalo en voz alta, con todo el sentido y motivación que puedas darle. 

Verás los resultados.